Desde que el maestro Vázquez Montalbán nos presentase a su detective gourmet, Pepe Carvalho, son muchos los escritores de novela negra que han dejado un hueco para la cocina en sus novelas. Así, me encontraba y0 leyendo «Muerte en un país extraño» de Donna León cuando el comisario Brunetti llegó a casa.
Le saludó un efluvio de cocina en el que se mezclaban distintos aromas. Hoy distinguía el olorcillo a barucca. Paola preparaba, pues, risotto con zucca, una hortaliza propia de la estación que traían de Chioggia, al otro lado de la laguna, donde se cultiva esta calabaza rechoncha de piel verde oscuro(…)
Destapó la gran sartén y descubrió los pedazos de calabaza que se rehogaban con la cebolla picada(…)
En la cocina, Paola removía el risotto al que, de vez en cuando, agregaba un chorro del caldo que hervía en otro fuego(…)
Apagó el fogón del risotto, le agregó una buena porción de la mantequilla que tenía en la repisa y lo cubrió con el parmesano reggiano rallado de un platillo. Removió hasta que ambos ingredientes se disolvieron en el arroz y echó este en una fuente honda que puso en la mesa. Apartó su silla, se sentó y volviendo el mango de la cuchara hacia su marido exclamó: Mangia, ti fa bene.
(La letra en cursiva corresponde a un extracto de la novela «Muerte en un país extraño» de Donna León. Edición de 2009 de Seix Barral. Traducción de Ana Mª de la Fuente).

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