Cada año suelo probar nuevas mermeladas aprovechando los productos de temporada. Este otoño las elegidas han sido la mermelada de membrillo y la mermelada de calabaza.
Los membrillos son un clásico del otoño en casa. Los tomamos de todas las maneras que podamos imaginarnos. Tenemos un membrillero, que este año gracias a que mi padre se ha encargado de regarlo en verano y que las lluvias del otoño han sido abundantes, nos ha dado un montón de membrillos bien gordos. Así que, el dulce de membrillo, la compota y la mermelada llenan los frigoríficos familiares. Cada una con su cantidad de azúcar pertinente. La báscula es un objeto que miro de reojo cada día y que no pienso utilizar, por lo menos, hasta el 10 de enero.
La gran novedad ha sido la mermelada de calabaza. La tenía en mente desde el año pasado. A un amigo le habían regalado una calabaza bien grande y cuando le pregunté que iba a hacer con tanta calabaza me soltó una ristra de platos. Entre ellos: una mermelada con canela y jengibre. Automáticamente mi cerebro toma nota y en cuanto aparecen las calabazas en las fruterías me lo recuerda. Sólo puedo decir una cosa: no dejéis de probarla porque esta buenísima. No tiene la textura clásica de las mermeladas y tiene un sabor lleno de matices sorprendentes.

Sigue leyendo →
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...